Años ha, sobre el 2006, nos encontramos con un súbito renacimiento el el estilo del Thrash Metal, con grupos como Evile o Warbringer liderando la marcha. Por aquel entonces, deseé que al cabo de unos años se produjera algo parecido con el Death (de sonido más antiguo, claro). Entrails me dieron la razón en un tiempo, junto con bandas como Funebrarum, Blood Mortized o, en el caso de hoy, Concrete.
Aparecen en 2011 en Bulgaria (país al que no estamos muy acostumbrados, pero que al parecer tiene una escena potente), en medio de la vorágine deathmetalera, y sacan un EP al año siguiente. Pero su paso importate se produjo hace poco mas de un mes, cuando su primer largo Dawn of Revival vio la luz.
Bien, nos encontramos con un Death Metal del estilo Old-School, cuyas influencias más importantos son Cannibal Corpse (los primeros discos, si mi oído no falla) y algunos toques de Immolation, también de la primera etapa. Si bien su base es una música moderadamente lenta y oscura, si que encontramos riffs propios de CC, que combinados con un uso inteligente del bajo y una producción similar, nos dejan ese sabor de boca. Son las vocales las que me dejan ese rastro de Immolation, lo que crea una mezcla agradable.
Hablando de la producción, todo está donde tiene que estar. Las guitarras suenan nítidas, lo suficiente, pero siempre con un toque algo sucio que nos pone en situación ante el estilo. La batería combina ritmos rápidos con blast beats frenéticos, y la voz, sin llegar a gorrinear, nos sorprende con varios grados de profundidad. Aunque si tengo que decantarme por un aspecto (instrumental) de éste álbum en conjunto, es por el bajo. Perfectamente audible, y punzante como un punzón (estáis a años luz de comprender mis figuras literarias) hace que cada segundo de audición sea un deleite puro y duro.
Hoy también estoy de promoción. Al ser un grupo novel, os recomiendo encarecidamente que visitéis su Facebook (aqui), compréis sus cosas, y os convirtáis en seguidores.
Devour my Flesh, canción adecuada para sintetizar todo lo que os he dicho (como siempre). Bon voyage.
Nota: 8,5 (Por cierto, no había letra disponible para poner en la cabecera)
Hablando de la producción, todo está donde tiene que estar. Las guitarras suenan nítidas, lo suficiente, pero siempre con un toque algo sucio que nos pone en situación ante el estilo. La batería combina ritmos rápidos con blast beats frenéticos, y la voz, sin llegar a gorrinear, nos sorprende con varios grados de profundidad. Aunque si tengo que decantarme por un aspecto (instrumental) de éste álbum en conjunto, es por el bajo. Perfectamente audible, y punzante como un punzón (estáis a años luz de comprender mis figuras literarias) hace que cada segundo de audición sea un deleite puro y duro.
Hoy también estoy de promoción. Al ser un grupo novel, os recomiendo encarecidamente que visitéis su Facebook (aqui), compréis sus cosas, y os convirtáis en seguidores.
Devour my Flesh, canción adecuada para sintetizar todo lo que os he dicho (como siempre). Bon voyage.
Nota: 8,5 (Por cierto, no había letra disponible para poner en la cabecera)
